Kikwit, República Democrática del Congo. El 5 de enero de 2025, la Parroquia de San Ignacio/Massamba, en la Diócesis de Kikwit, se llenó de alegría al celebrar el 30º aniversario de la aprobación del Movimiento Laical Claretiano (1995–2025).
El evento, que coincidió con la solemnidad del Domingo de Epifanía, estuvo marcado por una celebración eucarística presidida por Monseñor Timothée Bodika, responsable de la Comisión de Laicos en la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO). La celebración congregó a clérigos, laicos claretianos y fieles cristianos de diversas regiones, incluidas Kinshasa, Brazzaville y Kikwit.
Durante su homilía, Monseñor Bodika animó a los laicos claretianos a seguir el ejemplo de perseverancia y fe de los Magos en su camino espiritual. Tras la Misa, los asistentes disfrutaron de una obra teatral que representaba la vida de San Antonio María Claret, y se leyó en voz alta una carta del Secretario General Claretiano, Miguel Ángel Sosa.
Los orígenes del movimiento en el Congo se remontan a 1987, cuando Joachim Kuyu, de Kikwit, leyó un artículo sobre los laicos claretianos en la revista claretiana Fuerza del Evangelio. Bajo la guía de Monseñor Alfredo María Oburu y la Hermana Ángel Medrano, el primer grupo fue reconocido oficialmente el 5 de enero de 1995. Inspirado en la visión de San Claret de que «Dios quiere que los laicos tengan un gran papel en la salvación de las almas,» el movimiento ha florecido desde entonces.
Hoy, el Movimiento Laical Claretiano cuenta con más de 235 miembros distribuidos en cuatro diócesis: Kinshasa, Kikwit, Popokabaka y Matadi. Contribuyen activamente a la Iglesia a través de la oración, la caridad, la misión evangelizadora y la participación en actividades parroquiales. A lo largo de los años, 192 miembros han recibido bendiciones papales y diplomas al mérito.
Este aniversario ofreció un momento para reflexionar con gratitud sobre la historia del movimiento y renovar su compromiso con la evangelización. La celebración concluyó con una nota de agradecimiento a todos quienes contribuyeron a su éxito.
Fuente: P. Jean Anakou, CMF, Capellán.
