JESÚS DA CONOCIMIENTO Y AMOR
Si algo desea con ardor el ser humano es la vida en plenitud y la verdad que conduce a la libertad de hijos de Dios. Los santos lo sabían muy bien y corrían derechos a la fuente de la verdad y de la vida. Ese manantial se encuentra escondido en la Eucaristía, que es el sacramento del amor. La verdad y la vida son como dos raíles por los que corre el tren de toda vida cristiana. “Jesucristo – dice Claret – es la bondad y la caridad por esencia”.
Si queremos que nuestro entendimiento se alimente de la sabiduría del Evangelio y que nuestro amor a Dios y a los hermanos tenga su calor en la llama viva del Espíritu, que también se nos da, con el Padre y el Hijo, en la comunión eucarística, seamos constantes en recibir este sacramento, riqueza donde sobreabunda la gracia, que todo lo limpia, sana y vivifica.
Conocemos en profundidad a Dios si lo amamos; y lo amamos en la medida en que lo conocemos. Ese conocimiento vital se realiza en el «contacto» con Él, en la persona de Jesús, el Dios accesible por su encarnación y cercanía, al haber compartido nuestra condición humana. Ese contacto se hace sublime en la comunión, donde los vínculos de amor entre Jesús y nosotros se hacen lazo irrompible y eterno ya en la temporalidad de nuestra vida, en nuestros limitados años, pero con perfil de eternidad.
Qué hermosas y profundas son estas palabras de Claret, nacidas de su experiencia personal: «Jesucristo es la misma verdad esencial, y el objeto y alimento de la voluntad es la bondad, y Jesucristo es la bondad y caridad por esencia”. Relee y medita este texto. Si lo aplicas a tu vida, seguro que te hará mucho bien.