TESTIMONIO CON PASIÓN
Fervor apostólico de Pedro
En su edición de la Biblia para sacerdotes y seminaristas, Claret hizo imprimir en los márgenes, cada cierto número de versículos, una manecilla parecida a la que hoy nos ayuda a navegar por internet; con ella señala los versículos que juzga dignos de aprenderse de memoria. Pues bien, en los capítulos 2 y 3 de los Hechos de los Apóstoles, a los que hace referencia el texto que hoy leemos, marca dos versículos, los que considera que mejor definen a Pedro: “con muchas otras palabras daba testimonio y exhortaba” (Hch 2,40), y “no tengo oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy” (Hch 3,6).
Nadie es totalmente neutral al contemplar la realidad; miramos con los ojos que tenemos, desde la propia sensibilidad e inquietudes. Cuando Claret lee la Biblia, en ella encuentra profetas, apóstoles, y, naturalmente, a Jesús misionero. Él se siente llamado como los apóstoles a ser otro “Siervo de Yahvé”, gracias al cual la salvación llegará a los confines de la tierra. Se aplica a sí mismo el texto del Siervo, y de Jesús: “el Espíritu del señor está sobre mí, porque me ha ungido, me ha enviado…” (Is 61,1; Lc 4,17).
Pedro ocupa el primer lugar entre los seguidores-colaboradores de Jesús; y desde los primeros días de la iglesia le encontramos dirigiendo al grupo de los creyentes, exhortando al pueblo judía al que crea en Jesús, e iniciando, en casa del centurión romano Cornelio, la misión a los paganos. En el llamado “Concilio de Jerusalén”, como dirigente, Pedro da vía libre a la misión universal que ya han iniciado Pablo y Bernabé. Él mismo es presentado como misionero, “yendo por todas partes” (Hch 9,32).
Claret observa estos movimientos y actitudes, ve los resultados de la misión (un tanto legendarizados) y percibe lo que debe ser la evangelización en su tiempo, y, ante todo, lo que él debe hacer. En un sermón lamenta Claret que en la iglesia hay devoción a muchos santos pero no mucha a los apóstoles. ¿Nos emociona a nosotros el “contacto” con quienes pusieron el cimiento y la raíz de nuestro ser testigos de Jesús?