SUFRIR CON ESTILO
“Un hijo de Dios es frecuentemente llamado a sufrir porque no hay nada que pueda convencer mejor que el sufrimiento de la verdad y fuerza de la religión a quienes lo vean, cuando el dolor se soporta con entereza cristiana”, dijo F. B. Meyer.
Todos sabemos que el P. Claret es el santo más calumniado que ha existido. Deja estupefacto ver el silencio con que soportó todas las calumnias. El sufrimiento había sido un aspecto constante en su vida y así aprendió a manejarlo con provecho. El temple de un hombre se prueba en cómo se enfrenta con las adversidades y los desafíos. Claret sufrió soledad en aquellos momentos hostiles, con la sola compañía de su buena conciencia. Con Jesús en la capilla de su corazón, y en su silenciosa presencia, se parapetaba frente a la persecución. Él nos enseña que radica la entereza en una conciencia limpia ante Dios.
Fe cristiana y martirio son casi inseparables. El seguidor de Jesús tiene que cargar con su cruz de cada día (cf. Lc 9,23). A pesar de los avances tecnológicos, hoy sabemos que el mundo está sufriendo más. De modo muy especial los pobres y los marginados padecen carencias y explotación a manos de los poderosos. Jesús dio la cara valientemente por nosotros en la cruz, y nos consiguió la victoria sobre todo sufrimiento. Por eso, cuando un cristiano sufre, participa en el sufrimiento martirial de Jesús y con Él sale victorioso. La alegría cristina es dolor convertido en gozo (cf. Jn 16,20).
Claret se ofreció a Dios como víctima en el altar del sufrimiento, uniéndose a Cristo paciente. Cuando nosotros soportamos el sufrimiento, resistimos valientemente el mal que lo causa y lo debilitamos, y cuando lo hacemos unidos a Jesús en lo profundo de nuestros corazones, se transforma en dolor de salvífico.
¿Cuál es tu actitud ante el sufrimiento? La generación presente, buscadora de confort a ultranza, se hunde ante el sufrimiento. Tú y yo, felices discípulos de Cristo, con nuestra paciencia, daremos la vuelta al dolor y encontrarnos con el rostro del Crucificado.