Roma, Italia. No fue casualidad que fuese el día de Santa Teresa, estoy seguro. La andariega se sumó al pequeño grupo de dos (no éramos uno y medio, como en el caso de la reforma del Carmelo) que iniciábamos la andadura de la nueva misión claretiana en la Federación rusa. A José María Vegas y Mariano José Sedano nos acompañaba nuestro provincial de Castilla, Vicente Sanz.
Todo estaba por hacer. Lo único que teníamos claro era que, ante todo, teníamos que convertirnos a Rusia, nacer de nuevo en una nueva cultura. Nada menos.
Para ello, la presencia precursora de nuestros hermanos claretianos de Polonia, iba a ser fundamental. Los dos años pasados con ellos en el corazón de Siberia, en Krasnoyarsk, nos abrieron las puertas del idioma, la cultura y la comprensión de la presencia eclesial en esta tierra, que ya sentimos como nuestra.
Desde el año 1998 vivimos en San Petersburgo, volcados desde el primer día en la formación de los futuros pastores, religiosos y agentes pastorales de esta iglesia que peregrina por estas tierras sin confines. A la docencia académica y catequística y a las tareas formativas de nuestros candidatos, se han ido sumando, ya desde muy pronto, acentos tan claretianos como el cuidado de la vida consagrada, la pastoral familiar, el trabajo con Cáritas y el diálogo y la práctica del ecumenismo. Desde el año 2001 la proa misionera de la comunidad ha puesto rumbo norte. Desde entonces somos los pastores de la parroquia de San Miguel Arcángel en Murmansk, una de las parroquias más septentrionales de la iglesia católica.
Lógicamente, han ido llegando otros que se han sumado y comparten este gran proyecto. El primero de ellos fue Juan Sarmiento (hoy en su provincia de origen en San José del Sur) que comenzó el trabajo pastoral en Murmansk y le dio una impronta claretiana que no se ha perdido por la presencia de Alejandro Carbajo, canonista reconvertido a la pastoral activa y de frontera, que José María y yo compartimos desde San Petersburgo con visitas periódicas. También han formado parte de este proyecto por algún tiempo Rafael Lozano, Juan Lozano, Josef Biberacher, Arkadiusz Bialek, Thomas Ksiazkiewicz. Y nuestra presencia sin duda ha contribuido a que hoy un hijo de esta tierra, Denis Malov, esté concluyendo su formación claretiana en París.
Ya han pasado 25 años. Como Teresa de Jesús, solo podemos cantar las misericordias de Dios con nosotros, su cariño entrañable, su presencia invisible, pero tangible, en los caminos de la misión y las relaciones fraternas. El corazón de María nos ha ido formando un corazón sensible a los dolores y heridas de este pueblo, especialmente castigado por la historia. Ciertamente, 25 años no es nada, cuando sentimos que la misión es tan inmensa e inabarcable, cuando las necesidades y urgencias siguen gritando y nos sentimos tan poca cosa.
Os invitamos a dar gracias con nosotros, queridos Hermanos de todas latitudes y pedir al Señor vocaciones de Rusia para nuestra familia y también vocaciones de toda la Congregación para Rusia. La aventura—os lo aseguro—es apasionante. Estamos haciendo realidad el sueño de Claret que nos pensaba “de uno al otro polo”. La Misión es eterna y no conoce confines.
[envira-gallery id=»106744″]