MARÍA LLENA DE GRACIA
María Reina
A Claret le ocurre que no encuentra palabras para ensalzar a la que es “su Todo, después de Jesús” (Aut 5). Por eso acude a estas comparaciones que intentan mirar a horizontes casi infinitos. Más Gracia que todos santos y ángeles juntos. La afirmación no es nueva; en el fondo coincide con la observación de Orígenes (siglo III) de que el saludo del ángel “llena de Gracia” jamás se dio a un ser humano y no se encuentra en ninguna otra parte de la Sagrada Escritura. Nos dicen los expertos que “llena de gracia” se puede traducir por “amada por Dios”. Y es un título expresado en voz pasiva, pero una “pasividad” que implica su libre consentimiento y se hace plenamente activa al manifestar María su disponibilidad sin condiciones.
Una explicación curiosa ofrece Claret del porqué de la Gracia torrencial que el Padre vuelca en la elegida para Madre del Verbo. Digo para mí curiosa: “Si había de ser la Reina de los ángeles y santos tenía que tener más Gracia que todos ellos”.
Pero lo que ahora interesa resaltar es que es Reina no sólo porque tiene más Gracia que todos juntos, sino también porque ejerce su autoridad para el bien de sus hijos. Lo confirmaré con las revelaciones de una mística del siglo XVII, la Venerable María de Jesús de Ágreda. En su obra –muy leída por Claret- Mística Ciudad de Dios, libro 7º cap. 10, describe al detalle la atención y cuidado con que, como madre, vivía las primeras salidas de los discípulos de su Hijo a anunciar la Buena Noticia: “La gran Señora, desde la atalaya de su altísima sabiduría, alcanzaba a todas partes, y como vigilantísima centinela descubría las asechanzas de Lucifer y acudía al socorro de sus hijos. Y cuando por estar ausentes los apóstoles no los podía hablar, enviaba luego que los conocía afligidos a sus santos ángeles que la asistían, para que los consolasen y animasen, los previniesen y algunas veces ahuyentasen a los demonios que los perseguían”. Es Reina no para lucir galas, sino para volcar su protección poderosa.