FECUNDIDAD DE LA PRUEBA
Primera misa de Claret
Eso le sucedió a Claret en los ejercicios espirituales preparatorios a su ordenación sacerdotal, cuando tenía 27 años; y lo sigue recordando cuando ya ha cumplido 54. Su primera misa fue el 21 de junio de 1835. Tenía bien asimilada la experiencia espiritual de que, a veces, se obtienen “más y mayores gracias” cuando peor lo está pasando uno anímicamente. En concreto, cuando Claret hacía estos ejercicios, su obispo D. Pablo de Jesús Corcuera, que había sido todo su apoyo durante sus años de seminario, estaba casi agonizando. Sin duda Claret se cuestiona por dónde orientará inmediatamente su ministerio sacerdotal, quién le proporcionará luz para ello.
Nos transmite así Claret su experiencia personal de que la presencia y la acción beneficiosa de Dios en cada vida humana no dependen tanto de nuestros sentimientos de satisfacción o insatisfacción, cuanto de la generosidad de Dios. Su bendición y su “gracia” no están condicionadas por nuestros méritos, ni por nuestro estado psicológico y afectivo. Son obra libre y gratuita de su amor, que actúa con frecuencia en nuestras situaciones de insatisfacción e inseguridad. Así de asombroso es el crecimiento del Reino de Dios en nosotros y entre nosotros.
Lo dice Jesús en su Evangelio cuando cuenta en parábolas cómo es y cómo crece en nosotros el Reino de Dios, cómo se realiza la presencia y la acción amorosa de Dios en nuestras vidas. Actúa y crece por su propia fuerza, como la más pequeña de las semillas o el fermento en la masa; y crece incluso entre la cizaña y las malas yerbas…
¿Medimos nuestro crecimiento espiritual según nuestros méritos y nuestra satisfacción, o según la generosidad de Dios, de su amor, su perdón y su gracia?