CAMINO, VERDAD Y VIDA
Hay en los evangelios múltiples reclamos a la conversión y a llevar una vida sencilla y sincera para lograr el objetivo de la santidad. Quizás el pasaje que glosa Claret en el texto que acabas de leer (Jn 14,6) no lo has meditado suficientemente. Quizás no has caído en la cuenta de que es uno de los textos más profundos de toda la revelación cristiana.
Conviene que lo lleves constantemente en la memoria y en el corazón, y lo medites sin cesar, al menos una o más veces al día, durante tu jornada de trabajo o de descanso. Puedes aprenderlo de memoria y hacerlo objeto de tu oración, parafraseando, más que con la lengua, con el corazón estas palabras de la Beata Teresa de Calcuta, hechas oración: Señor Jesús, dulce hermano y amigo: yo sé y yo creo firmemente que tú eres para mí el amor que debo amar, el camino que debo recorrer, la verdad que debo decir, la vida que debo vivir y el amor a quien debo amar.
El cristiano es una persona que busca – o debe buscar – continuamente a Dios; y el camino de esa búsqueda es Jesús de Nazaret, que se hizo camino hacia este mundo descarriado. Ojalá tú, como creyente, elijas ese camino certero y no otros caminos que pueden conducirte a la perdición. El cristiano es el elegido y predestinado que tiene hambre y sed de verdad y de vida. Para ti, y para todo hombre o mujer de buena voluntad, el Señor es la verdad y la vida. No busques la verdad y la vida allí donde reina la mentira y la muerte.
Tu cercanía al Hijo de Dios y de María será garantía de acierto, de paz y de gloria. Acércate a la senda del Evangelio: en él encontrarás el camino seguro, la verdad que no falla y la vida verdadera: la vida eterna.