PAN DE VIDA
La comida y la bebida son necesidades primarias del ser humano, a lo largo de su existencia en esta tierra. También los animales y las plantas necesitan esos componentes nutritivos para no morir, para crecer y desarrollarse hasta alcanzar la muerte natural o, a veces, violenta.
También en el ser humano hay un principio de subsistencia espiritual, que es la Eucaristía, y, dentro de ella, la comunión. Es imposible captar con nuestros sentidos el significado y la necesidad vital de este gran sacramento, que es necesario e imprescindible, si se quiere llevar una vida espiritualmente sana y contar con una fuerza divina, que no alimenta el cuerpo, pero sí, en lo más íntimo, el alma de cada creyente.
Es muy importante para nosotros – para quien cree, espera y ama – este manjar divino, “pan de ángeles”, que nos lleva a la santidad y a la vida eterna. Piénsalo y decide comulgar con frecuencia, al menos el domingo, y, si es posible, cada día.
Nuestro amigo y hermano Claret nos enseña a ser profundamente devotos de la Eucaristía. Él lo fue desde muy niño, y esa devoción la fue cultivando progresivamente, a lo largo de su vida. Qué bueno sería poder experimentar también nosotros lo que él dice de sí mismo, en aquellos años de pura madurez espiritual, saturados de experiencias místicas. Dice así: «Delante del Santísimo Sacramento siento una fe tan viva, que no lo puedo explicar. Casi se me hace sensible, y estoy continuamente besando sus llagas y quedo, finalmente, abrazado con él. Siempre tengo que separarme y arrancarme con violencia de su divina presencia cuando llega la hora» (Aut 767).