ORACIÓN CONSTANTE
Nos separa más de un siglo. Parece increíble que Claret percibiera con tanta perspicacia qué ritmos de vida íbamos a llevar hoy. De ahí su empeño en alumbrar materiales que entregar a los cristianos, sobre todo a los seglares, que les ayuden a volver a la vida normal tras experiencias intensas como unos ejercicios espirituales. ¿Cómo sostener en el frenesí de la vida de cada día los buenos propósitos de esos tiempos más dedicados al encuentro con el Padre?Hoy nos enviamos mensajes breves por ordenador y por teléfono móvil en sus formas cada día más sofisticadas. Los genios de la publicidad buscan expresiones que impacten y se graben bien. Claret une sus mensajes a un dibujo para facilitar su comprensión, y los ordena de modo que a cada uno le siguen dos o tres consejos prácticos. Por si fuera poco, nos propone ideas breves a las que volver dos o tres veces al día y pone ejemplos para que sepamos organizarnos.Este pensamiento se incluye en lo que llama ‘examen particular del amor de Dios’: ¿cómo tener presente ese amor durante todo el día? Claret propone tres claves: lo que se dice, lo que se hace, lo que se sufre. Invita a huir de toda palabra que pueda ofender a Dios o al prójimo, y a tener siempre presente alguna oración breve –“jaculatoria”- que nos mantenga en diálogo constante con el Señor. A esas oraciones y alabanzas se refiere el texto. Como el cuerpo -comenta-, también el alma necesita respirar; cabe repartir esas oraciones durante el día: al iniciar la jornada, al concluirla, al desplazarse, al sentarse a comer, al iniciar o acabar una tarea… A los hombres y mujeres del siglo XXI nos hará bien que nuestro espíritu respire como el de Claret.¿Hay algo de esto en tu vida? ¿Tienes algún hábito que te permita sentir cerca a Dios durante la jornada? ¿Haces algo para que Él pueda hablarte?