Año 1920, 12 de mayo. Comienza la presencia claretiana en Donostia-San Sebastián. Con los padres José Antonio Agirre, Gregorio Egia, Ciriaco Uriarte, José de Zabala-Arana y el Hermano Florencio Esturo. Don Miguel Muñoa nos había pedido hacernos cargo de las Escuelas Vascas de Nuestra Señora del Coro, (de la calle Zubigain o Campanario,) junto a la Basílica de Santa María, titular de esa advocación mariana. Su misión: dar en lengua vasca la Primera Enseñanza completa y la formación en Doctrina e Historia Sagrada, y las funciones sagradas. El P. Zabala-Arana fue pionero en elaborar los primeros textos eusquéricos para la enseñanza de la doctrina cristiana, geografía, matemáticas, etc.
Por falta de entendimiento con don Miguel Muñoa, la comunidad dejó las escuelas Vascas, y dio un salto hacia su ubicación definitiva, al otro extremo de la ciudad, al barrio de Ategorrieta. Primero a la villa Carmen Enea, donada por doña Carmen Elósegi. Cerca, en el barrio de Gros, se alquiló una planta baja, en la calle s. Francisco, donde el 1 de octubre de 1924 comenzaron a impartir clases a 85 alumnos. Desde ahí las siguientes fechas: 30 de Agosto de 1925, comenzaban las obras de la definitiva Casa Colegio, con la ayuda económica de doña Ajuria; 27 de setiembre de 1927, la comunidad se traslada a su definitiva casa; en octubre comienzan las tareas escolares en el nuevo edificio, con 80 alumnos; y en setiembre de 1929 se inauguró el Santuario del Corazón de María, convertido en parroquia en 1961.
En el Santuario-Colegio la comunidad claretiana ha ido desarrollando su acción educativa y ministerial al ritmo y en sintonía con aquel tiempo: Catequesis, Asociación de Infantes del Corazón de María (1930), Archicofradía del Corazón de María (1930), Visita Domiciliaria y Jueves Eucarísticos (1931), Asociación de Antiguos Alumnos (1936)…
La guerra civil de 1936 impuso un breve paréntesis: en el mes julio la comunidad tiene que desalojar la casa-colegio y dispersarse entre amigos y familiares. Convierten el patio del colegio en cocina para 600 milicianos; en setiembre retorna la comunidad a su casa. No felizmente, porque en Octubre es detenido el P. José Otano y, sin juicio previo, fusilado por las tropas que han liberado la ciudad.
La vida apostólica de la comunidad siguió adelante: en 1942 se instalaba el cine sonoro para los alumnos y el barrio; en 1950, con motivo de la canonización de nuestro Fundador, el ayuntamiento inauguró la “Plaza P. Claret”, con placa y busto; se crea el grupo de baile vasco “Bioztun”; se inaugura el ropero parroquial, convertido luego en Escuela Laboral; en 1955 se implanta el Bachillerato; surge el grupo de teatro “Biozkarbi”; se abre la Euskal Eskola –clases de Euskera-. Y ya en 1970, en los locales parroquiales, comienza a funcionar la ikastola “Mariaren Bihotza”, preludio de la trasformación del colegio en “Mariaren Bihotza Ikastola” (1974-75). Una forma de enlazar con aquella primera intención apostólica de la enseñanza en euskera. Pero, al acabar este curso 2018-2019, la “Ikastola” ha cerrado sus puertas por falta de alumnado.
Sería largo sintetizar la noticia de la presencia claretiana en las décadas de los 80, 90 o en el siglo XXI. Al ritmo de los nuevos tiempos. Fiel a la evangelización inculturada en esta Iglesia Local y en este pueblo. Nuevos retos, nuevas perspectivas dentro de la Unidad Pastoral Gros, colaborando en la parroquia san Ignacio y gestionando la de san Pío X. Un ayer, un después y un ahora. Cinco fueron los primeros claretianos, cinco somos actualmente en esta ciudad donde Claret estuvo pocos años antes de morir. En ella, durante estos 100 años, hemos intentado hacer presente su espíritu bajo la mirada maternal del Corazón de María.
