UNA PRUEBA SINGULAR
¿Por qué le quitaron su Biblia a Claret en el Noviciado de los jesuitas en Roma? Entró en el noviciado siendo ya sacerdote, y llevaba consigo su Biblia personal, de tamaño reducido y letra pequeña, que él leía todos los días. Pero los jóvenes novicios no tenían Biblia personal. Sería notorio el aprecio de Claret por su Biblia, y el superior o el formador suprimieron esa “singularidad”. Sometían a los novicios a “pruebas” de obediencia, vida común y desprendimiento personal. Y cuenta Claret que le dolió encontrar en su celda “todos los libros que necesitaba, menos la Biblia”…
Esta privación de la Biblia dejó honda huella en Claret, pues lo sigue recordando al cabo de 23 años, cuando redacta la Autobiografía. Quizá con ello Claret enseña algo más que su amor a la Palabra de Dios: el despojamiento a que se sometió mientras buscaba su lugar en la iglesia. Seguramente le sucedió como a ciertos santos a quienes Dios mismo, de vez en cuando, se “ocultaba”, conduciéndolos –por la sequedad del desierto- a una mayor purificación interior.
Jesús de Nazaret no era escriba o doctor de la Ley, pero conocía tan bien la Biblia judía que hasta sus enemigos lo reconocían como Maestro. En la escuela y en el culto de la sinagoga se inició desde niño en las Escrituras. Dice el evangelio de Lucas que, cumplidos los doce años, en el templo de Jerusalén maravilló a los doctores por sus preguntas sobre temas religiosos (cf. Lc 2,46-47), y que, al comenzar su predicación en la sinagoga de Nazaret, Jesús hizo la lectura del profeta Isaías y asombró a sus paisanos con su interpretación del pasaje elegido (cf. Lc 4,14-30).
Para nosotros, la persona y la causa de Jesús, Cristo y Señor, es el corazón de toda la Biblia. Claret, en su lectura de la Biblia, buscaba apasionadamente a Jesús; y a los profetas que lo anunciaron; y a los Apóstoles que le siguieron.
¿Qué conocimiento tenemos cada uno de nosotros de la Biblia, y qué buscamos y encontramos en ella?