DESPRENDIMIENTO PARA LA MISIÓN
En esa breve información de Claret sobre las dificultades que tuvo que vencer para ir en pos de su ideal apostólico, aparece una de sus cualidades personales que más contribuyó a su santificación: el arte de afrontar todo tipo de obstáculos y dificultades. Le supuso empeño, constancia y autodisciplina. Ya en su edad madura, cuando compuso su conocida “Definición del Misionero”, Claret se autorretrató con tres palabras: nada le arredra. Le animaba el ver que también Jesús tuvo una vida llena de dificultades, rechazos y persecuciones, que supo asumir muy convencido de su misión.
De dificultades Claret supo muchísimo; tenemos la impresión de que cada vez que ya se siente seguro y triunfador en algo, inmediatamente le es arrebatado y se ve obligado a comenzar de nuevo. Escribiendo al P. Juan N. Lobo, un antiguo colaborador suyo que luego se fue a la compañía de Jesús, Claret le dice con gran familiaridad: “Hace algún tiempo que el Señor me cría y trata a lo jesuita, esto es, quitándome lo que más quiero y negándome lo que más deseo” (EC I, p.1375)
Hoy día, el actual sistema de vida nos hace tentadoras propuestas de “vida fácil”: dinero fácil y rápida felicidad light. Nos engaña y nos dejamos engañar. Pero la vida real nos desengaña, porque casi cada día es como una carrera de obstáculos.
La propuesta de Jesús en su Evangelio no engaña a nadie. Dice que a la vida nueva del Reino de Dios sólo tendrán acceso quienes enfrenten las dificultades sin rendirse. Por eso, el Evangelio enseña que en este mundo encontraremos dificultades y tendremos que sufrir, pero nos exhorta a tener ánimo, porque él ha vencido al mundo (cf. Jn 16, 33).
“Claret contigo” te pregunta hoy si optas por el engaño de la vida fácil, o por la verdad de la vida del Reino que propone Jesús.